miércoles, 26 de marzo de 2008

Palabras de despedida en el Parque Memorial

Para empezar quiero decir que estas palabras son prestadas. Solamente salen de mi boca para que Viviana no tenga que hacer el esfuerzo de decirlas. Son las ideas que ella queria transmitir a todos aquellos que se acercaran hoy a despedir a Claudio.
Él solía decir que vivió con intensidad, que fue muy feliz y que consiguió todo lo que se propuso. Ahora sabemos que la puta muerte quiso desmentirlo y le ganó la partida.
Todos aquellos que conocimos a Claudio sabemos que no era una persona común y que será muy difícil olvidarlo.
Sorprendía siempre con su ser original, inteligente, ingenioso, sus salidas despertaban risa, alegría, enojo, bronca pero nunca indiferencia.
Apasionado para escribir, dirigir, pensar, trabajar, amar, no tenia términos medios, todo al límite o pasando el límite.
Era un padre cariñoso y nada tradicional. Buscaba para sus hijos el juego, el personaje que los hiciera reir o pensar.
Se enternecía con los bebés que encontraban en sus brazos la calidez para una buena siesta.
Claudio expresaba su cariño con muchas palabras y pedía también que le dijeran una y otra vez cuánto lo amaban.
Era cabrón, se enojaba fácilmente pero no era en absoluto rencoroso.
Pedía perdón y sabía perdonar por eso tenía tantos amigos fieles.
Fieles como lo fue él, la amistad ocupaba un lugar importante en su vida.
Para Viviana fue un compañero de la vida que le dio gran felicidad y grandes dolores pero a su decir: valió la pena cada obstáculo por haberlo elegido el padre de sus hijos.
Lo vamos a extrañas mucho, muchísimo.
En cada uno de nosotros quedará aquella frase, aquella idea, el texto o la imagen de aquella obra que nos hizo reir, pensar, llorar...
Y su obra trasciende, su obra más importante: Ibai, Miranda, Theo trasciende a los que tendremos la dicha de verlos crecer y descubrir en ellos que lo mejor de Claudio sigue vivo.
Margarita Mainé.

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