lunes, 7 de abril de 2008

Tal vez me llame Jonás

Tal vez me llame Jonás

Claudio:

Quiero tomar prestado el título, y algo de su contenido, de la poesía de León Felipe para mostrar que si bien el exilio para ti fue duro también fue inevitable y además nos permitió conocerte, conocernos.

“...comprendo hasta qué punto me lastimó el exilio.
No hay quién no busque su lugar en el mundo.”
(palabras tuyas en un correo que me enviabas allá por junio de 2001)

Diez años te mantuvieron alejado de tu Nínive aquellos que tuvieron la desfachatez de autoproclamarse reyes de tu nación.

Tu verbo, tu grito de poeta y de profeta se ahogaba en la imposible clandestinidad de quién se sabía “crucificado a la palabra”, como tu mismo confesabas:”-¿te imaginás vos a un clandestino como yo?”

Imposible imaginarte clandestino:
El verbo acudía a tu lengua por el atajo, sin visado del cerebro. En todo caso, a posteriori, y solo por deferencia, éste recibía un escueto comunicado. Pero ya era tarde...

En aquellos días aciagos no hubo otra opción para ti, Jonás, que escapar de Nínive y dejar que el vientre de una ballena, que resultó ser un avión frigorífico, te diera alojamiento provisional, donde compartiste frío y exilio con otro tipo de carne argentina. Otra vez el frío, tanto frío como el que compartirías más tarde con David y con el Cristo de Ávila.

Y la ballena llegó a Barajas, y te vomitó en el verano boreal, a más de 40 grados de temperatura...Te tuvieron que socorrer, te desmayaste, me contabas...venías del frío, casi del cero absoluto...del cero absoluto que impregnó aquel país durante diez años.

Diez años de ausencia; y diez años de presencia enriquecedora para ti y para nosotros, de búsquedas, de fatigas y de calvarios, de desgarros y de descenso a los infiernos...


Tu curiosidad tiene la naturaleza de los umbrales

“En pocas palabras, mi curiosidad tiene la naturaleza de los umbrales”, son tus palabras en un último correo enviado desde el mismo prado, -tu metáfora-, en el que pacíamos hasta el día que cruzaste una nueva frontera.

Espero que al igual que un simple charco no ha sido obstáculo para mantenernos en contacto gracias a la tecnología del correo electrónico y el teléfono, tampoco lo sea la metafórica laguna.
Únicamente tendré que sintonizar mi dial, elevar una octava la frecuencia y escuchar con mayor atención...
Existen tecnologías muy antiguas que han estado desde siempre: los sueños, los recuerdos, la palabra, la poesía, la voz de los profetas...

la voz de los poetas...
la oración y la plegaria y hasta la blasfemia si fuese necesaria...

Yo soy nadie, Claudio Nadie...


"Yo no soy nadie:
un hombre con un grito de estopa en la garganta
y una gota de asfalto en la retina.
Yo no soy nadie. ¡Dejadme dormir!
Pero a veces oigo un viento de tormenta que me grita:
"Levántate, ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella".
No hago caso, huyo por el mar y me tumbo en el rincón más oscuro de la nave
hasta que el Viento terco que me sigue vuelve a gritarme otra vez:
"¿Qué haces aquí, dormilón? Levántate"
.Yo no soy nadie:
un ciego que no sabe cantar. ¡Dejadme dormir!
.......................................................................
Pero un día me arrojaron al abismo,
las aguas amargas me rodearon hasta el alma,
la ova se enredó a mi cabeza,
llegué hasta las raíces de los montes,
la tierra echó sobre mí sus cerraduras para siempre...
(¿Para siempre?)
Quiero decir que he estado en el infierno...
De allí traigo ahora mi palabra.
Y no canto la destrucción:
Apoyo mi lira sobre la cresta más alta de este símbolo...
Yo soy Jonás."
(L.F.)

Pero tú Claudio, jamás tuviste estopa en tu garganta:
Tu garganta fue un megáfono.
Y tampoco tuviste asfalto en tu retina:
Escudriñaste entre la niebla,
los azares, las multitudes, el algarroba y el cemento de las ciudades, cómo sería tu futuro.

Descendiste a los infiernos
cual Cristo, Prometeo o Dante
y resucitaste
y te despediste de Virgilio;
hoy un Arcángel te conduce de la mano...



“...y destrocé todos los clásicos”

"Me gusta remojar la palabra divina, amasarla de nuevo, ablandarla con el vaho de mi aliento, humedecer con mi saliva y con mi sangre el polvo seco de los Libros Sagrados y volver a hacer marchar los versículos quietos y paralíticos con el ritmo de mi corazón".
(L.F.)

Gracias, Claudio, por este pan.



un abrazo

Julio




Un amigo común me dijo: Claudio era muy valiente.
Yo le quité importancia: No podía dejar de serlo, era superior a sus fuerzas.

Mail a un amigo en Miami

Querido amigo: Los soldados americanos han ametrallado ayer una manifestación de iraqueses, asesinando a quince e hiriendo a otros cuarenta y cinco, muchos de los cuales agonizan. Como nunca te ha salido bien el cinismo, me imagino – más allá de los logros personales que Gabi me comenta – lo difícil que te debe resultar seguir viviendo en el Country de Frías. Santa Fé, la ciudad, yace bajo las aguas. No te puedo explicar. Hay que verlo. Una ciudad arrasada. Te lo explico con antropología futbolera: la cancha de Colón es un lago; el enganche que ayer corría, el que amagaba con salir por derecha y hacía la rabona hacia la izquierda para el tres que avanzaba, debe saber nadar. Dos metros de agua, de mierda que escapa de las discretas vísceras de la tierra. Y la gente, la gente que mira desde los techos y espera el agua mineral, la leche, el pan... que no llega. Menem ha envejecido, no encuentra las palabras. Ve, detrás del balotage, la horca o la mazmorra federal, marmoleana, la justicia lesbiana que se lame los labios purpurinos para hincarle, sin ganas, la lengua en el trasero de anciano reciclado. Joder. Joder. Nunca vas a creerlo. La televisión me hace llorar. Ahora, camino por San Diego con una abrazadera de dos kilos de peso en cada pierna. Ayer he descubierto la razón de esta extraña rutina. Lo comenté a Viviana, camino a Buenos Aires, a tu casa de EEUU donde acabo de encender la calefacción que durante tanto tiempo te ha abrigado. El cáncer de pulmón lo consume a mi padre: débil, resignado, ha dejado de caminar y está postrado. Sus piernas no resisten. Camino por los dos, reniego de mi oscuro origen judío y me pongo dos cruces cristianas y un sudor de varón declinante, de efebo travestido con cincuenta años de penas y tan pocos olvidos. Fantasía improbable o compensación: ahorro para visitarte. Juego a que quiero llevar a mis hijos a Orlando pero pienso en tu pieza de huéspedes sin ventanas. Si las Mil y Una Noches extienden su magia; si soy Alí Baba y Vivi no se entera de la elusión de cuatro o cinco guitas semanales, tal vez me ofrezcas unas horas un colchón en tu casa. Te amo. Y es casi una virtud quererte tanto sin que nadie pueda acusarme de ser puto.

CLAUDIO N. (O FERNÁNDEZ).

TU ÚLTIMO VINO

Hola Claudio. La verdad es que me da mucho respecto escribirte en este blog, que tus amigos más queridos te han dedicado, precisamente porque sé que has cultivado su amistad más leal durante muchos años y, de hecho, nuestra relación ha sido más bien corta (unos tres años) y peculiar (sólo nos vimos un día). Pero finalmente he vencido la vergüenza y me he decidido.

Han sido tres años de relación básicamente epistolar, por no decir internauta, porque a la que empezamos a comunicarnos por e-mail para tratar, resolver, discutir, negociar y elucubrar acerca de asuntos de marcas, nos olvidamos de las formalidades propias de las cartas entre profesionales y derivamos nuestra comunicación en mil temas sobre la vida en general, mucho más bonita que la propiedad industrial.

Teatro, música, vino, ilusiones, decepciones, viajes, emociones y tantas otras cosas fueron ganando terreno al mundo de las patentes y las marcas, y nos hicimos amigos por vía epistolar, sin saber qué cara tenía el otro, ni cómo sonaba su voz. Qué increíble, aunque, en realidad, ni falta que nos hacía.

Hasta que en febrero del pasado año nos vimos las caras en tu tierra. Haciendo gala de tu hospitalidad, me abriste las puertas de tu casa, me invitaste a un espléndido asado y compartimos un buen vino. Y de esta forma, no sólo te puse cara y voz a vos, sino también a Vivi y a tus hijos Miranda y Theo. Estuve muy a gusto y disfruté de uno de los grandes placeres de la vida: descubrir nuevos amigos. A mi vuelta a Barcelona ya te felicité por tan fabulosa y encantadora familia, seguro que la que te mereces. De verdad que fue un día muy especial para mí, como he tenido ocasión de decirle a Vivi más de una vez. Guardo un recuerdo muy bonito de todos vosotros, Lenin incluido y me quedaron muchas ganas de repetir.

Pero se cortó ahí. Era el inicio de una amistad, ya con caras y voces, con muchas expectativas de futuros encuentros. Y no se te ocurre otra cosa que largarte y dejarme con las ganas. Pues que sepas que, ya que no es contigo, estaré en Berlín con Vivi y con Marce, y será una preciosa forma de mantenerte entre nosotras y, por mi parte, saber más cosas de ti, porque puedes estar seguro de que serás el prota de la historia.

Y bueno, me gusta pensar que, como me dijo Vivi que le confirmaste tú, tu último vino fue el que compartimos. Así me siento un poquito más importante en tu vida.

A vos: Te mando un beso grande ahí donde estés y manda alguna señal de vez en cuando para saber que estás bien y nos lees.

A Vivi: Un abrazo muy cálido, lleno de energía. Mucha fuerza, aunque sé que la tienes, nunca está de más otro poquito

A Miranda y a Theo: Mi papá también se fue un día y puedo imaginar cómo os sentís. Sólo os puedo decir que guardéis de él recuerdos alegres, evitéis los tristes y que os riáis con él de lo que os reirías si estuviera con vosotros y que le vayáis dedicando las cosas bonitas que os pasen en la vida. Un beso enorme.

Susanna Mainar