miércoles, 26 de agosto de 2009

Un mail de Claudio a Roli...

Roli me escribe: te mando un viejo mail, de los muchisimos que intercambiamos, que no contiene nada especial pero tiene el delicioso sabor de lo cotidiano, lo intrascendente. Y escrito con la invariable, delicada pluma de nuestro querido amigo.

Es éste:


Ey, barbone, estás adicto a la compu. Que yo me la pase todo el día aquí vaya y pase. ¿Pero vos? ¿No tenés que visitar los clientes? Ayer Theito y yo nos aburrimos como locos viendo el partido. Por suerte entraron Tevez, Burdisso y Riquelme y entonces sí la rompimos. Un asco, la selección, che.
Menos mal que para ver futbol está Independiente. Este domingo sin ir más lejos le ganamos 1 a 0 nada menos que a Olimpo. ¿Qué me contursi? Ellos juegan con Apolo, Dionisios... por ahí te mandás un caño, una rabona, un sombrero y va el cornudo de Zeus y te hace mierda con el rayo. Contra River juega cualquiera, son mortales. Ahora estoy esperando a mi ex esposa que vino a visitar a Ibai desde España y traer a sus hijas para que el padre pudiera verlos. Nos vamos a cenar con el nene. Por eso estoy aquí. Además ¡Un laburo! De papeles ¿ehh? Nadie que venga y me pida quince marcas. No. Kilombos. De los que hay que laburar en serio, che (nunca uso el che, pero ahora lo hago con vos para acercarte un perfume a Buenos Aires). Nos vamos a morfar a la taberna vasca, aquí en Chile. Está buena. Imagino que ya la conocés. Suena el teléfono. Es Teresa, que sale para aquí. No es que llegue tarde. Es que en algún momento de su vida perdió tiempo y nunca pudo recuperarlo. Son las diez y media. Hace un rato escuché desde aquí a Ruben bajar las persianas. Pasa un camión de basura. Se detiene. Ahora gira la pala. Algunos muchachotes beben cerveza en el umbral de la pensión de al lado. Bromean. El olor en el aire es a tuco. La fábrica de pastas. Llovizna. Un colectivo, sorprendido por el semáforo, frena ruidosamente en Tacuarí. Cuando viaje a Miami, podré saber también desde donde me escribes.
Un abrazo. CLAUDIO.