Desde el rìo me llamas.
Desde el profundo rìo que te inclina hacia todas las cosas, Al agua de las copas Al fuego que consume a las niñas Al aire làbil del hombre que semuere.
A la tierra que Dios no imaginò sino que propusieron, para apoyar los pies y
respirar la arena de los tiempos, las muchachas judìas.
Me llamas desde allì y no estoy.
Dejas tu direcciòn en cada piedra y yo no la descifro.
Gritas tu nombre y me confunde el viento.
No tengo casa, no escucho, no se leer
si es que no estoy contigo,
si no duermo a tu lado,
si no te veo comer
o siento el aùreo murmullo de tu orina
en las bruscas mañanas, en las que soy feliz viendo como te vistes.
Lo sè: Temes que un mal dìa me muera.
Pero muero de amor todos los dìas.
EL PAPA DE TUS HIJOS
domingo, 27 de abril de 2008
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