miércoles, 2 de abril de 2008

Carta de Ingrid Fernandez

Querido Claudio:

¡Qué inoportuna tu partida! Ya no tendré la posibilidad de reírme de tus bromas tan punzantes, tan irónicas, ya no podremos hablar más de nuestros lindos o tristes recuerdos de infancia, ya no podremos extrañar juntos a Atilano.
Como buenos hermanos hemos vivido juntos muchos buenos momentos, y son los que vienen a mi cabeza una y otra vez, a lo largo de estos días, en que ya no estás y ya no hay tiempos para el arrepentimiento.
¿Te acordás de los peinados "a la milanesa" en la pelopincho del patio de casa? Siempre juntos los tres hermanos., aunque nos separaban años, pero sin embargo sabían adaptarse a mi infancia.
¿Y las paperas que tuvimos los tres juntos? Ahí, Alfredito me enseñó a jugar al chinchón y nos entreteníamos horas enteras...
Fueron mis héroes, mis incondicionales defensores de los retos de mamá. ¡Cuántas cachetadas se habrán ligado por ponerse delante para que ella no lograra pegarme!
¿Y aquella fiesta sorpresa de cumpleaños que me preparaste y que mamá frustró a último momento?
¡Y qué felicidad cuando me anunciaste que me llevarías al recital de despedida de Sui Generis! No importó que no nos dejaran. La intención fue todo.
Fuiste mi ídolo en la adolescencia, aún desde el exilio, estuviste presente con tus cartas, donde me contabas esas aventuras tan inalcanzables para mí!.
Me iniciaste en el socialismo: me indicaste cual era el camino verdadero para la lucha en la vida.
Después vinieron años de alejamiento, indiferencia, peleas. ¿Pero quién puede atesorar una relación idílica durante toda una vida?
Sí, también tuvimos las mejores peleas, durante la agonía de nuestro querido Atilano y su muerte nos desbarrancó casi definitivamente.
Tiene mucha razón Alfredo cuando dice que eras el más inteligente de los tres. Tu brillantez, tu don de la escritura fue una puerta de acceso inalcanzable para nosotros. Esto provocó celos secretos, como las reuniones detectivescas que teníamos los tres para determinar si éramos adoptados.
Ahora ya sé que estás con Atilano, haciéndolo reir como vos sólo sabías hacerlo, tomando unos vinitos...
Ya estaremos juntos todos otra vez. Sólo es cuestión de tiempo.

Te ama:
Tu hermanita (como vos me llamabas)




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Quería compartir con todos ustedes una poesía que Claudio me hizo y que fue editado en España (Bosquejos - Poesías de Claudio Nadie)





A MI HERMANA


Hermanita, mi tierna, clara espiga,
rubia como la indócil cabellera
de los días soleados. Blanca amiga:
Es un tiempo de muerte el de la espera.

Tendido al horizonte de mi pena,
lo pienso y no, lo quiero y no lo quiero,
¿Sólo será la vida una condena
para el que eligió ser su prisionero?

Yo sufro. Sufre aquel. Todos sufrimos.
Verbo de este dolor tan conjugado:
Poblamos una casa que no hicimos.

Pero si sangras tú, ensangrentado,
dos veces has de verme donde animo
el ascua de un color desheredado.


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